Julio nació en Paraná (Entre Ríos) el 7 de junio de 1921 en el seno de una familia tradicional entrerriana.
Fue el tercer hijo de Doña Vicenta María Fernández Goitia y Luis Alejandro Sobrero.

Su educación primaria y secundaria la transitó en la Escuela Normal Superior José María Torres de Paraná. De su madre heredó su espíritu batallador, incansable, proactivo, tenaz y de su padre la templanza, bonhomía, moderación, curiosidad e infinita paciencia.

Se trasladó a Rosario para estudiar Medicina. En esos años de estudiante universitario jugó rugby en Plaza Jewell, en su querido equipo Urú Curé.

Se graduó como Médico en la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, en ese momento dependiente de la Universidad Nacional del Litoral.
Se desempeñó como
-Practicante externo del Servicio de Urología del Hospital del Centenario de Rosario.
-Practicante externo del Servicio de Cirugía de Hombres (Clínica del Trabajo) en el Hospital Clemente Álvarez.
-Practicante Menor Interno rentado del Hospital Provincial del Centenario.
Practicante Asistente al Departamento de Oncología del Sanatorio Británico.
Médico Becario Interno Asistente al Departamento de Oncología del Sanatorio Británico.
En los ´60 se trasladó a la ciudad de San Nicolás de los Arroyos, donde ejerció como Cirujano en el Policlínico Ferroviario y atendió a sus pacientes en los Consultorios Externos del Litoral. No mucho más tarde conformó equipo de trabajo en la recordada Clínica Santa Rosa.

A fines de esa década del `60 el proyecto y sueño de plantar una clínica y consultorios cobró fuerza. Trabajó con ahínco , generosidad y denuedo en pos de la construcción de la Clínica Alvear y de la puesta en marcha de los Consultorios Externos “Médicos de Especialistas Pellegrini”.

Se abocó a la Cirugía, su primera pasión. Su afán por trabajar en equipo lo canalizó en una activa participación en la conducción de la Clínica Alvear como
Director, como integrante de la Junta de Ética, como Director de Salud, Presidente del Círculo Médico de San Nicolás (1976 -1980), entre otras.

A pesar de la vicisitudes lógicas en todo intento de transformar inveteradas costumbres en el Arte de Curar, ningún viento abatió sus sueños.

Así como lo deseaba, recorriendo las Salas de Internación, visibilizando a cada uno de sus queridísimos pacientes, siempre sosteniéndolos ante la irreversible finitud que nos depara, se perdió en esa quietud incorruptible que opera la muerte el 3 de agosto de 1991.

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