El Dr. Arturo Nicolás Etchemendigaray nació en Paraná el 6 de diciembre de 1904. Le tocó ver cambiar el mundo con tal rapidez que una parte de su vida y emociones dependían del gozo que daban a sus ojos
los descubrimientos sucediéndose como milagros. Lo deslumbró el siglo XX.

Pasó su vida manteniendo su espíritu inquieto y su confianza en los humanos. Su alegría fue el servicio y su bien la libertad.

En la ciudad de Rosario estudió medicina residiendo en el Hospital Carrasco en los últimos años de la carrera. Recibido de médico se instaló en Villa Constitución donde ejerció como médico clínico mientras continuaba sus estudios de oftalmología en el Hospital Centenario de Rosario. Obtenido su título de oftalmólogo se trasladó a San Nicolás, ciudad donde transcurrieron sus años de mayor actividad.

Además de su consultorio particular estuvo a cargo del servicio de oftalmología del Hospital San Felipe por más de treinta años. En momentos muy difíciles del hospital ocupó la dirección del mismo.

Paralelamente a su actividad profesional, en el año 1948 y por dos períodos, fue elegido presidente del Círculo Médico de San Nicolás.

En la década del cincuenta, fue miembro del Concejo Directivo de la Federación Médica de la Provincia de Buenos Aires; colaboró en la organización de la Caja de Médicos de la Provincia siendo miembro
vocal entre los años 1963 y 1965. Luego ocupó la vicepresidencia de esa entidad durante diez años (1965 – 1975).

En 1955 tomó las riendas de la Intendencia Municipal. Realizó el primer plan regulador de la ciudad con el asesoramiento de la facultad de arquitectura y urbanismo de Rosario. Contra toda adversidad luchó para mejorar los servicios de salud pública local y entregó, teniendo escaso presupuesto, una comuna sin deudas y ordenada.

Fue presidente, por tres períodos consecutivos, de la Asociación Cultural Rumbo, luchando con gran convicción de que la cultura y el arte deben cimentar el acerbo de la comunidad.

Ocupó numerosos cargos directivos en el Rotary Club del que fue socio durante muchos años. Dos de sus obras alcanzarían gran trascendencia, la creación y dirección del seguro rotario de la república argentina cuyos principios y estatutos fueron copiados por numerosos países; y el proyecto por el que se declaró la rosa como distintivo rotario mundial porque vive y progresa en todos los climas.

Falleció el 3 de mayo de 1984. Hasta el final conservó sus hombros erguidos, su andar fácil y su curiosidad sin rivales.

El recuerdo de sus anécdotas, su sonrisa alegre cuando lo visitábamos, el peso de su mano sobre el hombro caminado las calles de esta ciudad que eligió, nos alegran aún en mitad de una tarde…

Su familia

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